Like most people of my age, I just existed


Kick Ass









sábado, 26 de febrero de 2011

Termino de una vez - El amor de una madre

Desde de un buen tiempo sin entrar al blog entre y lei un comentario en que me alentaban a publicar aquí debido a lo de fanfic.es.
No vuelvo a escribir. Pero tengo escrito lo que hubiera sido otro capi de Viejas perspectivas y lo que sigue en Afronta el destino. Del último ni siquiera esta terminado, desde Diciembre que trato de escribirlo, ya estamos en febrero y nada asi que...

Pero como Viejas perspectivas me encanta y ya tengo escrito pues voy a ir publicando lo poco que me queda escrito comenzando por una parte de Nick: El amor de una madre.

- ¡Maldita zorra!
El corazón de Nick se detuvo y aceleró, ambas cosas al mismo tiempo, cuando escucho esas palabras. Nick guió su mirada hacia la habitación de la planta alta de donde venía el grito. Cuando miro que se trataba de la habitación de sus padres cerró la puerta de su carro y corrió al interior. Abrió la puerta de golpe, frente a las escaleras todo el servicio miraba hacia arriba con la boca abierta.
- ¿Qué hacen?- gritó - ¡Largo, busquen que hacer!
Todos se miraron mutuamente en silencio y con lentitud se fueron dispersando.
- ¡se largan ahora o están despedidos!
Entonces todos corrieron.
- ¡vuelves o hablas de esto y te acuso de violación! – gritó de nuevo la voz proveniente de arriba
Se quedó paralizado cuando observo a Paolo, el amante de su madre, bajar con toda prisa, usando nada más que un breve calzoncillo rojo. Cruzaron miradas rápidamente, uno seriamente avergonzado y el otro al borde del colapso. Nick subió las escaleras de dos en dos. El camino hacia la habitación de sus padres nunca le pareció tan largo como en ese momento. ¿Qué pensaba hacer al llegar? No lo sabía pero no podía dejar a su madre sola en ese momento.
Tocó el pobo de la puerta en el momento en que escuchó una bofetada. Alejó la mano de la puerta lo más que pudo. Su boca estaba ligeramente abierta. El llanto de su madre le perforaba los oídos.
- ¡me das asco! – exclamó Bartholomew - no eras ninguna monedita de oro pero tampoco pensé que eras una cualquiera.
- ¡nunca estabas aquí! – sollozó - ¿Qué esperabas? ¡¿Qué me dejara hundir esta cárcel que me impusiste como casa?!
Otra bofetada. Las piernas de Nick temblaban cada vez más.
- ¡Que fueras leal a tu esposo! ¿¡Te he dado todo y así es como me pagas!?
- No te tengo miedo, Bartholomew – dijo Geraldine después de un prolongado silencio – ya no soy esa estúpida con la que te casaste. Pégame, ven, si te atreves. Puedes hacerme lo que quieras pero no cambiara nada.
- ¿Qué significa eso?
- Quiero el divorcio, porque te seguiré engañando no me importa.
Bartholomew rió con fuerza. Observó a su mujer con incredulidad.
- ¿crees que será tan fácil?
- ¿no quieres conservar tu orgullo de hombre?
- no me hagas reir de nuevo, Geraldine. ¿Aparte de todo me amenazas a mí? No creo que te convenga divorciarte, querida.
Ella se alejó y apretó más la sabana a su cuerpo ante su tono de voz. Solo una vez había hablado de eso modo, una vez, y la vida de Nick surgió de esa única vez.
- no hay nada que puedas…
- ¿dime, querida, cuanto amas a Nicholas?
Tanto hijo como madre convirtieron su rostro en la misma mascara de miedo.
- ¿Qué piensas hacerle a Nick? – jadeó - ¡Ni se te ocurra tocarle un solo cabello!
- es mi hijo, claro que no lo lastimare. La única serás tú. Si mal no recuerdo cuando nos casamos no hicimos ningún contrato nupcial, lo que quiere decir que en caso de separarnos mi dinero queda intacto. Nick por ser menor de edad debe quedarse contigo, tú eres la madre pero… ¡Ah, es cierto! Tu familia ya no tiene nada, todos sus bienes quedaron a mi nombre para salvarlos. No creo que el juez permita que viva con una madre pobre.
El dolor que eso le causaba a Geraldine estaba más allá de las palabras, fulmino con la mirada al hombre elegante frente a ella.
- ¿me pregunto qué preferirá Nicholas, su madre o dinero?
- el no están despiadado como tú
- pero el juez si, y créeme lograre que no lo vuelvas a ver en muchos años. Él es un Lewis después de todo y el amor al dinero viene en la sangre.
Nick escuchaba todo con asco de si mismo porque nada de lo que su padre decía era mentira. Su madre era mucho para él, lo era todo ¿pero renunciar a la fortuna de los Lewis? ¿Dejarla en manos de Beatrice?
Comenzó a llorar sin control, preguntándose como rayos había terminado en una posición así. Siendo chantajeada entre la felicidad o la comodidad, el futuro de su hijo.
- en serio, Geraldine. Pareces sacada de una telenovela.
- ¿telenovela? ¿acaso no es eso mi vida?
- tu vida es perfecta gracias a mi
- ¿te parece? ¿te parece? ¿te gustaría que a la edad de 20 años tus padres te cedan a un hombre sin escrúpulos para conservar su maldito dinero y puesto en la sociedad? ¿O que ese hombre te haya violado para tener seguro ese matrimonio?
Nick cayó al suelo. Se abrazó a sí mismo, se movió hacia adelante y hacia atrás, todo temblando. Ahora comprendía con más razón la infidelidad de su madre. Ella jamás amo a su padre, la única razón que la había mantenido a su lado era él, su madre sobrevivía en esa casa por el amor que tenía hacia él, su hijo. Pero tampoco podía llevar esa farsa por mucho tiempo, en algún momento iba a explotar.
- deja eso para quien le interese. ¿Entonces, sigues pensando en el divorcio?
- ¡eres un cerdo!
Lewis sonrió, como si lo que su mujer dijera le importara.
- nadie lo sabrá, no te preocupes. Sera nuestro secreto, claro que ahora no puedes ser vista conmigo, cosa de principios y moral, ¿lo entiendes, verdad?
Bartholomew avanzó hasta la puerta, antes de volverse.
- Nicholas no sabrá de esto, asi por lo menos una persona en esta casa todavía te respetara.
Nick se escondió detrás de una pared, asi cuando su padre salió de la habitación no lo vio. Tampoco se miraba devastado por la infidelidad de su esposa pero es que él no la amaba. Se casó con ella por vanidad, por orgullo, para demostrar que podía tener a cualquiera, incluso en contra de su voluntad.
Bajó las escaleras y salió de la mansión, sin destino conocido. Nick se armó de fuerzas para no seguirlo y atropellarlo con su carro.
Cuando observó a su madre, en lágrimas, arrinconada en la cama, corrió a abrazarla. Su madre hundió su rostro en el cuello de su hijo. Nick besó su cabello, sus muñecas, sus mejillas, su frente, pero nada era suficiente para devolverle el amor propio que Bartholomew le había arrancado sin piedad.
Se sentía culpable, lo único que mantenía a su madre al lado de semejante patán era él, por su culpa su madre no podía ser feliz, libre. Le debía tanto a su madre que jamás le alcanzaría la vida para agradecérselo. La abrazó con todas sus fuerzas.
- mamá – sollozó – deja de llorar por favor – ella trató pero no puedo – Mamá, gracias. Mamá, te amo – dijo con voz de niño lastimado